La cría de cordero como producto alimenticio no es algo nuevo y va mucho más allá de lo que nuestra imagináción puede alcanzar.Los primeros indicios de la cría de ovejas se remontan a la antigua Mesopotamia, entre los años 11.000 y 9.000 antes de Cristo con la domesticación del muflón salvaje.
La ganadería ovina, y por extensión la cría de cordero, se extendió rápidamente desde Asia a Europa. Existen excavaciones que demuestran que en el Neolítico, sobre el año 6.000 a.C. ya se mantenían rebaños de ovejas en el sur de Francia.
Para la Antigua Grecia el principal ganado era el ovino y para el Imperio Romano la cría de ovejas era especialmente importante, tanto para la alimentación como para la producción de lana.
Durante esta época tanto nuestros antepasados como los antepasados de nuestros corderos se instalaron en la Serranía de Cuenca para formar parte de una de las ganaderías más importantes en todo el Imperio Romano.
En torno al año 1.000 d.C. Inglaterra y España eran considerados los dos lugares más importantes en cuanto a la producción de ovino de todo el Imperio. Los españoles, como criadores de oveja merina, obtuvieron grandes riquezas gracias al comercio de su lana. Los ganaderos de aquella época atesoraron una gran riqueza y poder, incluso financiando los viajes para el descubrimiento de América. Su poder se basaba en la Mesta, una asociación que velaba por mantener todos los derechos existentes alrededor del ovino.
Durante aquellos años la exportación de ovejas merinas sin permiso real era un delito y se garantizó el monopolio sobre esta raza hasta bien entrado el siglo XVIII. Durante ese siglo comenzó la exportación de ovejas desde España hacia Francia en primer lugar y hacia el resto del mundo lo que provocó la caída del monopolio español sobre este tipo de productos.
Hoy en día podemos afirmar que en España se crían los mejores corderos para consumo humano y que en la Serranía de Cuenca disponemos de las condiciones ideales para obtener una carne exquisita. De todas las razas de ovejas existentes en el mundo las nuestras, gracias a su alimentación y el maravilloso clima que poseemos, es la más apreciada en todas las mesas tanto españolas como del mundo.
Y si todavía no habéis probado nuestra carne, no esperéis más, os enamoraréis del Cordero de la Serranía de Cuenca.